20 diciembre, 2007

Noelia Manjavacas López,
6º de Primaria

El copista estaba sobre la mesa con un puñal en la espalda, sangrando. La estremecedora imagen hizo que todos los habitantes de aquel pequeño pueblo desconfiaran los unos de los otros. No en vano, era uno de los pocos que aún quedaba en ese oficio, muy querido por unos y muy odiado por otros, porque no les encargaban a ellos los libros.
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Ese invierno la gente no se atrevía a salir de sus casas. La policía envió a un agente a coger huellas. Pasaron días e incluso meses. Con el tiempo se descubrió lo evidente: había sido asesinado por envidia.

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