concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura
más buena que mi ángel bueno.
En su regazo amoroso,
soñaba...¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.
Más la dulce madre mía ,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritíose en su pecho,
Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
muríose la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.
La Virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho...
Tengo otra madre en lo alto,
¡por eso yo no me he muerto!
Fragmento de: A MI MADRE de Rosalía de Castro